En Zapatillas de Andar por Casa.
Resulta que me encontré en el rellano a Eugenia, la vecina del segundo y ya sabes como son las cosas. Preguntas cualquier cosa, casi por compromiso, algo así como ¿Cómo estás? Y mira, ella que suele ser muy reservada tenía ganas de contarme que había dejado el trabajo, sin tener nada más a la vista, que había tomado la decisión después de pensárselo muchísimo y que lejos de sentirse mal, se sentía como si se hubiese quitado un saco de plomo de encima, se había liberado.
Me dejó un poco perplejo la verdad. Por una parte, uno no tiene el valor suficiente para tirarse al monte. Más que nada porque por aquí lo del empleo está justillo y porque tropezamos con lo de siempre, tenemos el feo hábito de comer y las facturas no se pagan solas pero; ¿Verdad que después del encierro, el teletrabajo, el miedo de la pandemia…
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